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Canut & Bardina. Diez años de historia viva en la publicidad valenciana. Capítulo 5


Por Enrique Fernández, ex Canut & Bardina.

Fueron, también, bastante famosos en los descansos de los cines los anuncios musicales de las pastillas Koki y de las Juanolas. También lo fue localmente en Madrid, Muebles Cabezón.

Los cines, sus salas entonces llenas o casi llenas, fueron en tiempo los mayores acaparadores de mensajes publicitarios. Eran sonoros y con imágenes, lo cual les deba una ligera superioridad sobre otros tipos de comunicados, aunque esa ventaja disminuyera considerablemente ante la irrupción de la televisión, sobre todo cuando ésta se fue extendiendo por todo el territorio nacional y más aún, cuando más tarde empezó a emitirse en color. Le quedó, no obstante, a los cines, la ventaja de su precio.

Cuando la televisión dio comienzo a sus emisiones "en serio", los spots solamente podían tener una duración máxima de 15 segundos. Más tarde podrían llegar a los 20" y su precio era tan alto que sólo podían acceder a los mismos las empresas más potentes y no siempre en la proporción adecuada. Los cines fueron entonces un magnifico medio complementario; las agencias podían crear largos filmes y extraer de los mismos uno o varios spots adaptados al metraje exigido por la televisión. Con ello podían cubrirse ambos medios y, por supuesto, lograr una mayor cobertura publicitaria. Al respecto, destacar la enorme capacidad de nuestros creativos para condensar en tan sólo 15 segundos todas las ventajas inherentes a un producto. Creativos extranjeros, sobre todo americanos, se asombraban de esta capacidad.

En lo que al medio radio se refiere, crecía y crecía, sus ondas se expandían por toda España y había programas que eran "casi de obligada escucha", como el Consultorio de Elena Francis y las novelas radiofónicas, en las que tan famosa se hizo por su locución Matilde Conesa. Destacaba muy por encima de otras emisoras, lo mismo que en la actualidad, la Cadena Ser, y en ella voces y creativos como Tomás Martín Blanco, José Luis Pecker, Juan de Toro y más tarde Juan Domingo Castaño, que aún hoy sigue en antena. De Juan de Toro, que era manchego de La Roda, sólo puedo decir que su voz, aparte de inconfundible, era capaz de vender cualquier tipo de producto, pues tenía creatividad y persuasión. A todos los mencionados los conocí personalmente, así como a Albino Jiménez, jefe de publicidad de la Cadena y a otros cuyos nombres no recuerdo; todos en general y Juan de Toro en particular, me honraron con su amistad y me fueron de gran ayuda en mis estancias en Madrid.

Tampoco podemos olvidar como medio publicitario de entonces las revistas. No se editaban tantas como ahora, pero sí las había y algunas con bastante difusión. Destacaban ya entonces Hola y Lecturas, aunque no puede soslayarse la importancia de Triunfo o Época, si bien el carácter político de éstas últimas, sujetas en muchas ocasiones a los vaivenes de la censura, les restaban interés para ciertos tipos de publicidad. Había, indudablemente, muchas otras revistas, unas más técnicas que otras, pero todas ellas con menos difusión que las ya mencionadas. De todas las formas, este repaso por los medios no está basado en unos datos de archivo; se basa, simplemente, en mi memoria y ésta no las recuerda todas. Sí merece una mención aparte la aparición de Interviú, ya que abría la "veda" a las veleidades femeninas, y su atrevimiento en el trato de algunos temas se hicieron notar el mercado publicitario y, sobre todo, en algunos extractos sociales.

Al respecto podríamos incorporar una anécdota bastante ilustrativa: Un fabricante de zapatos lanzó al mercado un modelo de tal lujo que su precio por par era de seis mil pesetas de las de entonces. Contactó con una agencia a la que solicitó un estudio de campaña, haciendo constar, previamente, que su presupuesto era escaso, lo que descartaba totalmente la televisión. Había que recurrir a las revistas, por aquello de mostrar el producto tal y como era, mediante unas buenas fotos a todo color, y elegir aquellos vehículos que fueran más directamente al consumidor final. Se seleccionaron algunas muy elitistas, de hípica y de golf, con lectores de alto poder adquisitivo, y se presentó el estudio. El cliente lo rechazó porque dijo que él quería Interviú o ninguna. Ni que decir tiene que los estudios llevados a cabo al efecto indicaban que el poder adquisitivo del lector medio de Interviú, no llegaba, ni con mucho, al costo de los zapatos.

CONTINUARÁ...