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Canut & Bardina. Diez años de historia viva en la publicidad valenciana. Capítulo 17


Por Enrique Fernández, ex Canut & Bardina.

Regresamos a La Coruña y José Luis Lorenzo ya había distribuido la totalidad de las encuestas que había que buzonear; fueron cinco mil quinientos sobres, que pagados a dos pesetas, daban un total de once mil pesetas, las cuales me hizo pagarle, previa entrega del recibo correspondiente. Con el dinero en el bolsillo me invitó a subir en su coche y me llevó a Betanzos; entramos en un restaurante, en el que era conocido y le dijo a la dueña: "Sírvanos los mejores mariscos y su bebida correspondiente, todo hasta once mil pesetas". Entramos a las dos de la tarde y salíamos a las seis, no sé si llegamos a la cantidad prevista o nos faltaron fuerzas para lograrlo, lo que si sé es que difícilmente puedo olvidar Betanzos y los excelentes manjares que allí nos sirvieron. Cuando le comenté a Mariano como habíamos resuelto el "buzoneo", cosa rara, se echó a reír y comentó: "Solo le faltaba a José Luis Lorenzo el encontrarse con un "castrón" como tú".

Aunque la cosa no tenga nada que ver ni con la Kina ni con su investigación, si me gustaría reseñar algo que no por sabido, deja de ser interesante. Durante los días de estancia en Galicia, coincidió que el Valencia vino a jugar a Pontevedra; era una temporada en la que el eslogan de moda en aquella tierra era el "hay que roerlo". Su equipo se había convertido, decían las crónicas, en auténtico hueso y de ello el gallego hizo su grito de guerra. Se jugó el partido y el Valencia recibió cinco goles como cinco soles, lo que llevó a su entrenador, Sabino Barinaga, dolido por la "manita" que acaban de recibir, a reunir a sus jugadores en un salón del hotel, en el que se hospedaban, y echarles una bronca que muchos no olvidarían en bastante tiempo. El portero del equipo era Ricardito Zamora, y también jugaban Mestre, Roberto y otros, todos amigos de José Luis Lorenzo que había venido, como yo, al partido. Por la noche algunos de ellos se unieron para jugar una partida de cartas e invitaron a José Luis; cuando éste se reunió conmigo me comentó: "Mañana cesan a Barinaga" y así fue el mismo lunes por la mañana. Cosas del fútbol.

Volviendo a mi viaje y al regreso del mismo, una vez en Valencia comenté con Mariano y con Olaso los pormenores y se me dijo que hiciera un informe por escrito; comencé a redactarlo, pero lo que es Olaso no llegó ni a verlo. Poco después de yo salir del despacho de Mariano, se oyeron voces en el pasillo y cuando todos nos asomamos vimos a los dos, Mariano y Olaso, enfrascados en una discusión de grandes dimensiones. No sabemos quien la originó pero si oímos nítidamente como Olaso decía "Eso no me lo va a decir usted más porque me voy". Olaso nunca apeo el tratamiento, como tampoco lo apeo el Sr. Alférez. El único "tuteado" y "tuteante" era yo. José Antonio Martínez Olaso se fue de Canut & Bardina y aunque en principio pareció que su salida tendría consecuencias, citando a los clásicos, "fuese y no sucedió nada".

Él, poco después, puso su propia agencia, Pívot, y aunque en un principio tuvo la idea de llevarme con él, las presiones de Mariano por un lado y mi propio convencimiento de que no era bueno cambiar de "amo" para seguir trabajando, posiblemente más y en peores condiciones, me llevaron a seguir donde estaba. Olaso se asoció con José María Alandí, que había sido
vendedor en la empresa de Luis Piquer, padre, y que sabía de "pisar" la calle, cosa imprescindible para estar con José Antonio, ya que este era un hombre de despacho y de golf, en cuanto que pudo.

Su salida, sin embargo, fue buena para mí, ya que me permitió entrar en sitios que hasta entonces me estuvieron vedados. Enseguida me llevó a López Hermanos y aquí me encontré con una agradable sorpresa. Decían los hermanos Álvarez Quintero, pregoneros del "andalucismo", que no había nada peor que un señorito andaluz y mucho peor si era de Málaga. Pues en Málaga encontré a cuatro de las mejores personas, andaluzas o no, que había conocido en mi vida. Eran Salvador López, Rafael de Burgos y sus hijos, también Rafael Burgos y Salvador López. Era el primero descendiente directo de los fundadores de la Bodega, mientras que el segundo estaba casado con una López, hermana de Salvador; era este la prudencia personificada, hablaba poco, pero cuando lo hacía procuraba cargarse de razones para hacerlo. Rafael, por el contrario, alto cargo del Ministerio de Hacienda, en Madrid, era quien llevaba la voz cantante, sin que esto quiera decir que tomara decisión alguna sin ser consensuada previamente con su cuñado. Trabajar con ellos fue una gran experiencia, aunque con quien más contacto tuve fue con los hijos, que de mi misma edad, poco más o menos, me permitían un trato más distendido y lejos de formalismos sociales.

Entre las tareas más urgentes estaban la de sustituir a Esperancita, que al casarse dejó de ser la imagen de Málaga Virgen, y la de invertir las tendencias consumistas, sobre todo en el importante mercado de Galicia, de Kina San Clemente.

Para Málaga Virgen sugerí la figura de Ana Belén, que entonces estaba empezando a despuntar como "niña prodigio". Una vez aceptada por todos, mi sugerencia tenía que llevarse a la práctica, cosa nada fácil pero no imposible. Me desplacé a Madrid y por medio de unos y de otros, hay que tener en cuenta que en Estudios Moro confluían los mejores artistas del momento, logré establecer ciertos contactos que a la postre fructificaron. Y así fue como Ana Belén se convirtió, además con gran éxito, en la nueva imagen de Málaga Virgen.

Participé en todos o casi en todos los rodajes de los clientes de Canut & Bardina que en Estudios Modo se realizaron; no sólo presencié sus realizaciones sino que fui parte muy activa en las mismas, posicionando el producto y no dejando que nada relacionado con el mismo se moviera sin que yo diera el visto bueno. Sin embargo, muchos de los spots que en mi presencia se hicieron se han borrado en mi memoria. Recuerdo sus momentos, sus realizadores y ayudantes y en algunos casos hasta los lugares y no digamos nada de sus protagonistas que, en la mayoría de los casos, eran para mi ídolos con anterioridad a relacionarme con ellos... pero, lamentablemente, no recuerdo ni las imágenes de la película ni los mensajes de las mismas. Hecho de menos una filmografía de aquellas cosas, pero hacerme con ella a estas alturas es misión imposible, ya que ni en las páginas de Internet encuentro nada relacionado con aquellos spots.

Olvidé unos y sin embargo recuerdo hasta los textos de otros. Los primeros fueron creados por compañeros que estaban en la agencia para eso, mientras que yo no intervine en la redacción de los mismos y, en algunos casos, los conocí en el momento de su doblaje; yo debía preocuparme de la buena visión del producto, de la elección de los personajes que habían de acompañar al "protagonista", si es que los había y de otros pormenores, pero nunca de la línea argumental de la que se habían encargado otros. Más tarde, cuando los spots se emitían en televisión, normalmente yo estaba viajando y con poco tiempo para contemplar imágenes. Hasta en los pocos ratos que estaba en casa, si veía televisión prefería otros espacios a los publicitarios. Puede ser esta la razón de mi olvido.

No olvido, por el contrario, que para rodar la serie con Ana Belén, se contó como realizador con Víctor Erice, que era en aquellos momentos el mejor de los mejores. La parafernalia que se organizó para el rodaje fue "casi" de película larga, aunque la verdad es que entonces las diferencias entre una película para el cine y otra para televisión era simplemente el metraje. En treinta y cinco milímetros se hacían las primeras y en los mismos milímetros los segundos; las mismas cámaras se usaban para ambas realizaciones y tanto la iluminación como el atrezzo eran idénticos en idénticas circunstancias. No era como ahora que cualquier chaval un poco versado en informática puede acometer cualquier realización, incluso con efectos especiales, bien sea para cine, documentales o televisión. En aquellos tiempos los equipos se componían de diez o doce hombres y más, como en el caso a que me estoy refiriendo el personaje era archiconocido... Y en caso de querer efectos especiales para eso estaban las sobreimpresiones. "Si una película es mala de bemoles, añádele sobre impresiones", se decía por entonces.

Se habían elegido para el rodaje los salones e instalaciones, creo recordar que del Hotel Nacional, que se ubicaba frente a la estación de Atocha, y todo en el entorno de la figuración se rodeó de la elegancia de la que se quería dotar el Málaga Virgen. Fue todo muy largo y complicado; incluso nos llevó a comer, si no en el mismo hotel, sí en un restaurante cercano. Pero lo que con más nitidez recuerdo es la sobremesa, en la que sentados en sendos butacones oímos con gran regocijo las anécdotas que de su niñez y de su barrio, Vallecas, contaba con enorme gracejo Ana Belén, entonces nada sofisticada, aunque, eso sí, menos mujer y famosa. Si alguien que me lea puede encontrar alguno de aquellos spots que lo haga. Merece la pena.

Por cierto, una vez realizada la filmación, efectuado su montaje, tras muchas horas de moviola, e incluso doblado con las voces de los mismos actores u otros especialistas, había que coger los spots resultantes y llevarlos al cliente para su visionado. En Canut & Bardina nos hicimos fabricar un proyector para treinta y cinco milímetros, lo que obligaba a que éste fuera de gran tamaño; compramos una furgoneta para su traslado e hicimos que José Manuel Blat se especializara en su manejo. Esto obligaba al viaje de más personas, pero en caso de necesidad allá íbamos Mariano y yo, algunas veces alguien más, en el coche "lanzadera" y a continuación José Manuel en la furgoneta y su proyector. Era de ver el momento de nuestra llegada al punto de destino.

Lo mismo que he olvidado por completo los mensajes e incluso las imágenes de Málaga Virgen, me pasa con los spots de El Almendro, para alguno de los cuales contratamos a actrices como Sonia Bruno, Pepita Ferrer y otras de renombre. Y con los que me pasa lo mismo es con los de vinos, y eso que cada año realizábamos uno distinto e incluso en algunos años llegamos a rodar dos o más. Recuerdo los rodajes, unos más que otros, sobre todo uno que hicimos en la nieve, por lo que tuvimos que desplazarnos a la sierra y hacer, de eso sí me acuerdo, que un muñeco hecho con el blanco elemento moviera su boca y hasta emitiera su mensaje. Algo similar me ocurrió con los del Turrón 25, que era una segunda marca de El Almendro. De este sí recuerdo uno, más que nada por la "polvareda" que se armó tras su exhibición en las pantallas de televisión. En él un abuelo, llevando de la mano a su nieto, trataba de explicarle a éste qué eran las cosas "bien hechas"; paseaban por un río y contemplaban una puesta de sol, admiraban varias cosas bellas y el abuelo siempre decía: "Esto es una cosa bien hecha". Y preguntaba el nieto: "Abuelo, ¿qué es una cosa bien hecha". Y le decía el abuelo: "Una cosa hecha como Dios Manda". Así hasta pasar por un edificio en el que figuraba El Almendro, haciendo surgir la pregunta del nieto "Abuelo, ¿qué es El Almendro?" y la contestación: "El Almendro es un turrón hecho como Dios Manda". Había que ver y oír, pocos días después, al cura de Jijona clamando desde el pulpito "Y que sepáis que Dios está aquí, en la iglesia, no en la fábrica de El Almendro". Esto es tal y como lo cuento y hubiera sido una buena publicidad añadida sino hubiera sido por lo que, nacionalmente, se produjo a continuación.

Yo siempre he dicho, coincidiendo en esto con algunos literatos, que el pueblo español siempre va detrás de los curas, unas veces con velas y otras con palos. En este caso se juntaron velas y palos. En TVE se recibieron cientos de cartas de "fieles" indignados que pedían no sólo la retirada de dicha publicidad, sino que algunos exigían poco menos que la excomunión de sus autores, lo que originó la rápida intervención de los censores y la no menos rápida retirada de pantalla de tan "sacrílega" expresión. También en fábrica se recibieron bastantes cartas y Antonio Cremades, tan "pío" como alguno de los comunicantes, pidió que se contestaran una por una. Me encargaron de ello y contesté recurriendo a cuantas citas evangélicas pude encontrar referidas al uso de Dios como ejemplo de cosas mundanas. Me quedaron bastante bien, pero había una a la que no quise contestar de ese modo. La firmaba una tal "Sra. Bobo" y venía de Valladolid, ciudad en la que el apellido era frecuente y en la que incluso había unos Almacenas denominados "Bobo y Pequeño". Le vine a decir, poco más o menos, "Podría emplear cientos de argumentos para rebatir sus aseveraciones, me sobran conocimientos, pero en este caso me limitaré a decir que usted hace honor a su apellido". El mismo Sr. Cremades se negó a su envío.

Se hicieron, se han hecho y supongo que se harán muchas campañas de turrones El Almendro. Hoy en día se está emitiendo una que lleva en televisión varios años y que no sé que agencia realizó; yo dejé Canut & Bardina en el 74. "Vuelve a casa por Navidad", pero creo firmemente que ninguna tuvo ni tendrá el lirismo, tanto en su audio como en sus imágenes, que aportaba aquel "El turrón hecho como Dios Manda".... Pero con la Iglesia hemos "topao" y lo malo es que no será esta la última vez.

Después de mi regreso de Galicia y como consecuencia de los datos que se aportaron a través de la investigación llevada al efecto, que venían a demostrar de un modo palmario la superioridad de la Kina Sansón sobre nuestra Kina San Clemente, había que invertir la situación de las mismas dentro del mercado, para lo cual se pusieron en marcha todas las cabezas "pensantes" de Canut & Bardina y Mariano, una vez más, se exigió y exigió a cuantos le rodeábamos el máximo rigor en el estudio de los planes a llevar a efecto, solicitando cuantas colaboraciones externas fueran precisas. Hablamos con creativos de la casa y de fuera, se solicitaron ayudas y Estudios Moro y, concretamente, José Luis Moro, se pusieron en funcionamiento para crear nuevas estrategias que invirtieran la pirámide en las ventas. Es cierto que la experiencia adquirida con las "andanzas" del "Pepito" y su protagonismo como "Almendritos", sirvió de base para lo que se estaba buscando y ¡nació Kinito! Un "niño" grotesco mitad payaso, mitad muñeco, vestido con un faldón que le cubría medio cuerpo, con una K en su frontis y unas mangas que sólo permitían ver parte de los dedos. Su pelo caído sobre la frente hasta casi taparle los ojos y una "cresta" a modo de coleta erecta sobre su coronilla. En su espalda una especie de mochila, como de colegial y un sinfín de detalles, como un solo gran diente asomando, por la pronunciada curva de su boca. Era Kinito algo muy especial y bien movido, con unos textos en consonancia con todas sus estructuras y una adecuada programación de televisión, hizo que pasara a convertirse en el sumun de la popularidad.

CONTINUARÁ...