Centro de Documentación Publicitaria

BLOG

Siguiéndole los pasos a Romeo Landini

Por Pedro Feduchi

Muy poco se sabía sobre Romeo Landini y, sin embargo, a pesar de los escasos datos biográficos que teníamos sobre él, se intuía que debió tener una vida trepidante y llena de contratiempos. En las líneas que siguen trataré de resumir lo que he ido encontrando, pero, antes de nada comenzaré por recordar lo que ya se conocía.

Romeo Landini residió en Madrid a caballo de los años veinte y treinta. Fue un empresario de nacionalidad italiana del que sabemos que en 1926 era el director gerente de la “Agenzia pubblicitaria Maga”, que agencia fundada por el boloñés Giuseppe Magagnoli en el año veinte y que tenía su central en Milán con sucursales en París (desde 1921) y Madrid, que ejercía de agencia general para España, Portugal y Argentina. Para Maga trabajaron los mejores cartelistas del momento como el francés A. Luciano Mauzan o los italianos Marcello Nizzoli y Sepo, seudónimo de Severo Pozzati y en quien Magagnoli confió la apertura de la oficina de París.

También sabíamos que Landini había creado una empresa con Eduardo de Solís, dedicada a la instalación de luminosos en fachadas, comercializando y fabricando los modernos tubos de neón. Se llamó Neonray y la creó en 1929 al tiempo que inscribía otra en el Registro de la Propiedad Industrial y Comercial de muebles de tubo de acero de nombre ROLACO.

Landini había fundado ROLACO justo el año de la celebración de la Exposición Universal en Barcelona, aquella en la que Mies van der Rohe proyectó varios de los pabellones de la representación alemana, y en donde utilizó para su amueblamiento sus propios diseños de sillas de tubo curvado en acero cromado. Entre otras, luego tan famosa, silla Barcelona. Para muchos de los visitantes fue la primera vez que pudieron ver este tipo de material usado para la fabricación de sillas, algunas de las cuales, además, no requerían de patas traseras. Los primeros muebles de Rolaco saldrán al mercado ya en el treinta y uno aunque en Madrid se podían comprar modelos de importación o los producidos por otro industrial, Fernández de Castro, que se había hecho con los derechos de la patentes de Mies y que comercializaba mediante su empresa M.A.C. (Muebles de Acero Curvado)

El nombre con el que Landini bautizó la compañía de muebles estaba íntimamente ligado al suyo. ROLACO se formó con el acróstico de las dos primeras iniciales de su nombre (ROmeo LAndini) más las dos primeras de COmpañía. Fue por tanto, un pionero en la introducción del gusto moderno en un Madrid que se actualizaba día a día y que tantos y tan buenos frutos daría en la siguiente década. También sabíamos que su paso por esta empresa fue breve ya que vendió su participación al fusionarse con la competidora M.A.C. en el año 1932. La empresa siguió adelante llamándose, a partir de entonces, ROLACO-MAC, S.A. Por su lado, Neonray, había pasado a ser S.A. un poco antes, en 1931, y supongo que con fines parecidos.

Hasta aquí lo que más o menos se sabía sobre Romeo Landini. No era mucho pero sí prometedor. Un emprendedor italiano que comienza por desarrollar la implantación de una de las agencias de publicidad más importantes de Italia en Madrid y que al tiempo, y en el mismo local de la calle Peligros 20, funda dos empresas más, una de luminosos de neón y otra de mobiliario moderno.

Sin embargo, después de consultar los fondos del Centro de Documentación Publicitaria la cosa se enriquece. Retrocedamos unos años. Según se desprende de la documentación comercial que conservan, Landini empezó pronto a volar en solitario. En septiembre de 1927 ya tenemos cartas de una agencia propia de nombre, como no, Romeo Landini y Cia. Entre su primera carta comercial de la que tenemos constancia como director de Maga, junio de 1926, a la primera de la empresa ya a su nombre, ha pasado un año y dos meses. En octubre de 1927 compagina todavía las cartas de su compañía con las firmadas bajo el membrete de Maga. Sin embargo, antes de febrero de 1928 la agencia italiana tenía un nuevo director, Lucas Argilés, quién en esa fecha brinda sus servicios a una empresa jerezana de vinos y licores que había trabajado primero con Maga y luego con Romeo Landini y Cia. La respuesta de Landini a esta petición no tardó en producirse. En abril del 28 mandó una carta en la que explica a sus clientes que le había llegado a sus oídos “que se han propagado con fines que ignoramos algunas noticias falsas” relacionadas con su empresa. Para que las cosas quedaran claras les precisó que “la Sociedad “Romeo Landini y Cia” consideró necesario, para su mejor desenvolvimiento prescindir de la representaciones que hasta hace poco había tenido de la Casa Maga.” Así se lo había comunicado a su director quien había dado su consentimiento para disolver la vinculación.

También aprovechó para aclarar que su actual organización era completamente independiente de otras firmas, y que la componían tres casas principales que se radicaban en Milán, Madrid y Buenos Aires, con sus correspondientes delegaciones, añadiendo que había llevado su “organización a toda América del Sur, como pensaba llevarla también a Norte-América.”

Picaba alto Landini en 1928, y prueba de ello es que un año después, no sólo tenía una empresa de publicidad en Madrid, con oficinas en Milán y Buenos Aires, sino que había montado otras dos compañías, Neonray, ligada también a la publicidad, aunque fuera de luminosos, y otra muy diferente, ROLACO, para fabricar mobiliario moderno de tubo de acero. ROLACO se convirtió posteriormente en un referente en el mobiliario moderno en España y prueba de ello es que bastaba mencionar su nombre para identificar la modernidad de un establecimiento o de una vivieda. Ecos de este fenómeno se pueden encontrar en multitud de alusiones entre artículos de periódicos, críticas de espectáculos o menciones de columnistas editadas en la prensa anterior a 1936. Esas menciones eran a favor o en contra según fueran o no partidarios de esa moda de muebles esqueléticos, limpios y modernos.

¿Pero cuánto de lo que se explica en esa carta sería cierto y cuánto no lo sería, o no del todo? Mi opinión, y trataré de ir dando más datos, es que todo parece ser bastante real. Lo primero que así lo acredita es que en la primera carta que se conserva en el Centro de Documentación Publicitaria en la que aparece ya el membrete de la empresa Romeo Landini y Cia con su nuevo logo, lleva pegada en el lateral un sello, una de esas viñetas sin valor postal perteneciente a la casa italiana Maga. Algo así como una acreditación de la dependencia que todavía existía con ella. En las que se enviaron con su compañía después, el sello había desaparecido. Sin embargo, tenemos cartas posteriores firmadas por Landini con membrete de Maga en las que figuraba aún como organizador para España. Es decir, Landini compaginó la actividad propia con la ajena por un tiempo. Maga contrató seguidamente a Lucas Argilés quien será a partir de entonces su representante para España. No hay porque suponer que ambas empresas fueran amigas pero tampoco, como sugiere Landini en su carta, que exista falta de lealtad o ausencia de ética deontológica.

Otro de los puntos que llama la atención de la carta anterior es que no sólo tuviera una oficina en Madrid sino que en ese momento contara ya con delegaciones en Milán y Buenos Aires. De la italiana no tengo ninguna constancia, pero sí de la bonaerense. O por lo menos de su actividad por esas fechas en ese país, y mediante ellas podemos deducir con bastante credibilidad que efectivamente Landini tenía en Argentina cierta infraestructura comercial. La primera prueba es del mismo año 1926: un tal Romeo Landini solicita y consigue dos marcas cuya aprobación se publican en el Boletín Oficial del Ministerio de Agricultura (Patentes de invención y marcas de fábricas, de comercio y de agricultura) a mediados de diciembre del mismo año. En la primera se ven tres caballos encabriolados con los cascos levantados dibujados a línea. Ya solo con esa imagen nos queda claro que el Landini que hizo esa petición era el mismo que representaba Maga en Madrid pues la figura es idéntica a otra dibujada por Severo Pozzati, precisamente el membrete que usaban en sus cartas en España.

La segunda inscripción para la otra marca que solicita es aún más interesante. Se trataba de una cabeza de Mercurio, el dios romano del comercio, con su característico pétaso alado, y con un ojo, morado de un puñetazo y tapado. Debajo estaba escrito “Pum... en el ojo”. Con ese mismo dibujo y con ese mismo lema, pero en italiano, “Il pugno nell´occhio”, la agencia Maga tenía un dibujo con el que anunciaba una iniciativa de propaganda propia, la “Rivista Educativa di Pubblicita Commerciale” editada desde el año 1922 hasta el 1928. El nombre exprimía un tópico publicitario según el cual un cartel debía ser como un puñetazo en la mirada de los que lo vieran, algo que no pasara desapercibido. El autor de este dibujo fue Mario Pozzati, otro de los artistas que trabajaban para Maga y hermano de Severo.

Con estos datos es fácil presumir que Landini fue también el hombre clave de Maga en Buenos Aires. Allí debió de ser quien arrancó una agencia de publicidad, quizá la agencia “Pum en el ojo” que también editaba una revista similar a la que tenía Maga en Milán. César Amaldi, nacido en Milán llegó a Argentina en 1926 y debió jugar un importante papel creativo en la recién creada Pum. En ella colaboraron también muchos de los dibujantes de Maga que emigraron a Argentina como, por ejemplo, Mario Pozzati o el francés Lucien Achille Mauzan arriba mencionados. También el boloñés Alcides Gubellini, o el austriaco Otto Durá colaboraron con Pum.

A comienzos de 1928 Romeo Landini solicita otra marca pero ya lo hace como Romeo Landini y Cia. Se llama “LA RECLAME C’EST MOI” y en la imagen que acompaña a este lema se ve un señor vestido con un traje hecho de periódicos que gentilmente se quita la chistera. Por su estilo podría continuar perfectamente la estética de Maga, por ejemplo, de Mario Pozzati o de Marcello Nizzoli. Ambos aparecen citados en la carta arriba mencionada de Landini como artistas que trabajan para él. Sabemos, además, que Mario Pozzati vivió en Argentina algunos años, hasta el treinta y uno que retorna a Italia. La fecha de la aparición de una compañía propia de Romeo Landini en Buenos Aires coincide también con la de su independencia en Madrid. Un año más tarde su agencia sale mencionada en la recopilación de Commercial Art en la que se muestran “Poster produced by Romeo Landini y Cia (“Pum en el ojo”), Buenos Aires”. Parece que su idea de conquistar también Norteamérica estaba ya en marcha.

¿Pero quién fue este emprendedor? ¿Cómo fue capaz de desencadenar toda esta actividad a caballo entre Italia, España y Argentina? Todavía he encontrado más cosas sobre la vida de Romeo Landini. Centrémonos de nuevo en su etapa de Madrid. Presumo que debió de llegar hacia la primera mitad de los años veinte ya que por entonces hay dos datos del año 1924 que le sitúan ya por aquí. Por ejemplo, que se sabe que casó con Sofía Mediano Callejón y que en noviembre de 1924 tuvo un hijo con ella llamado Raniero. Ese año también, plenamente fascinado por las costumbres españolas, escribe un artículo en una revista italiana donde explica a sus compatriotas en qué consiste la fiesta de los toros. Se titula “Le corride dei tori in Ispagna”, un sentido resumen de la originalidad de la fiesta y lo imbricada que está en la vida de los españoles. Sin duda Landini disfruta de las corridas como de la incipiente modernización que poco a poco se va colando en Madrid y seguro que también se deja seducir por su animada vida nocturna. Son los años previos a la dictadura del Primo de Rivera cuando el aire opresivo de la política, la sucesión de escándalos de los gobiernos corruptos, más la continua sangría económica y humana de la guerra de Marruecos, no impiden que Madrid se vaya renovando y modernizando. La riqueza atesorada durante las imparcialidad española en la Primera Guerra Mundial, las concesiones y privilegios de bienes y materias primas en manos de las oligarquías aristocráticas y burguesas, y de los intereses económicos de las naciones extranjeras hacen que Madrid sea un hervidero de actividad y de negocios. Pero también de grandes injusticias sociales.

Sabemos que Landini sitúa su residencia en la calle Antonio Acuña nº 10, muy cerca del Parque del Retiro, en pleno barrio de Salamanca. Su trabajo está en la calle Peligros, una de las calles más comerciales de la época, la arteria que comunica la vieja zona de negocios de la calle Alcalá con la joven y dinámica Gran Vía, todavía conocida como Avenida del Conde de Peñalver. Son años de grandes cambios en la fisonomía de la ciudad. La actividad edilicia es enorme en esa época. En la calle Peligros se comenzaría a construir el edificio de la Unión y el Fénix en el año 1928, obra de López Otero con su aspecto de pequeño rascacielos neoyorquino. Enfrente, algo más tarde, en 1932 se construirá el del Banco Vitalicio. El primer y segundo tramo de la Gran Vía, las Avenidas del Conde de Peñalver y de Pi y Margall están terminadas casi al completo y a partir del año 1925 se comienzan a ver los derribos y nuevas construcciones del tercer tramo, el de la Avenida de Eduardo Dato (desde la Plaza del Callao hasta la Plaza de España). La oficina de Peligros 20 hacía esquina con la calle Caballero de Gracia. Una posición muy cercana a muchos de los establecimientos y cafés modernos que se abrían en el triángulo que va de Peligros, Alcalá y Gran Vía. Cafés modernos con terrazas amplias donde se situaba la vida comercial y de negocios por la mañanas y de diversión y cultural por las tardes y noches. Sólo en estas tres calles se abrieron en un plazo de cinco o seis años Tanger, Zahara, Chicote, Aquarium, Negresco, La Granja Henar, la terraza del Círculo de Bellas Artes... Muchos de estos bares fueron decorados por los más modernos interioristas y arquitectos. Y muchos de ellos que se sabe fueron amueblados con relucientes sillones de tubo cromado fabricados por ROLACO se anunciaban con letreros luminosos seguramente realizados por Neonray, las dos empresas de Landini.

Por esos años, las dos empresas se publicitan en las revistas más modernas y en los periódicos más progresistas. A la llegada de la II República, esa es la zona de mayor actividad comercial y de esparcimiento.

Al poco, la tienda de ROLACO necesitó ampliarse y en el año 1931 se anuncia ya la nueva sede en la Avenida del Conde de Peñalver nº 15 (el actual nº 20 de la Gran Vía). A Landini le deben ir bien las cosas. Ya nos hemos hecho una buena idea de su situación empresarial, pero también nos lo imaginamos con una vida próspera, y un padre feliz y orgulloso que enseña a su hijo a montar en bicicleta por el parque del Retiro donde ese año, con siete añitos recién cumplidos, Raniero queda muy bien clasificado en la carrera popular de bicis que se celebró en el Paseo de Carruajes, incluso siendo casi el más pequeños de la categoría, la de siete a nueve años. Debe ser por entonces cuando se compra un terreno a las afueras de Madrid y encarga a un joven arquitecto un chalet de aspecto rabiosamente racionalista que rápidamente es publicado por los editores de la revista Cortijos y Rascacielos en el verano de 1932. El arquitecto, José Osuna, titulado en el año 1925 tendría por entonces treinta y un años. De él sabemos también que debía colaborar como diseñador en ROLACO aunque la persona que ejercía de director artístico era Otto Winkler, un interiorista austriaco que trabajó más tarde para la casa Banela.

El terreno estaba a las afueras de Madrid, en el kilómetro 7 de la carretera de Chamartín de la Rosa a Alcobendas. Una propiedad apartada del centro de la ciudad, de casi ocho mil metros cuadrados donde tenía proyectado construir un chalet de dos plantas, con dos cuerpos semicirculares escalonados de tamaños diferentes y amplias terrazas para ver las vistas de la sierra. Contaba con tres dormitorios más el de servicio, vivienda para el guarda, garaje, piscina y campo de tenis. La edificación principal tendría unos doscientos metros cuadrados con la zona de dormitorios y baños en la planta alta mientras que en la baja se dispuso la parte pública con jardín de invierno, bar y un gran salón todo unido en espacio abierto cerca de la piscina que se veía mediante grandes cristaleras.

Por el tipo de vivienda que se iba a construir, sabemos que Landini sería un hombre moderno, deportista y conductor de automóviles, tal y como se deduce del texto que acompaña la revista:

“Don Romeo Landini desea su casa para vivirla intensamente; deseoso de huir de todo lo que sean vecindades y colonias de hoteles, que le estorbarían su vida independiente, no obstante este aislamiento, su coche le pondrá a quince minutos del centro de Madrid.”

El arquitecto que proyectó la casa, aunque finalmente no la construyó, pudo encargar una buena maqueta que nos ayuda a hacernos una idea de lo moderna que debió resultar en su época. Sin dificultad podemos imaginar cómo hubieran sido sus interiores, amueblados con los mismos productos que fabricaba y vendía ROLACO.

Por esas mismas fechas Landini decide vender su participación en ROLACO y se debe centrar en el otro negocio de luminosos ya que solicita le sea transferida una patente de tubos de neón perteneciente a Milan Deghenghi, residente en Viena, para lo cual en esas fechas viaja a Austria, a Italia y a Argentina ya que al poco revalida esta patente española en Buenos Aires. Estamos en el año 1933. Lo que desconocemos es el porqué de este cambio tan repentino pero es probable que esté ligado a otro acontecimiento que hemos de situar por las mismas fechas y de índole sentimental. Estamos ya en los primeros años de la República y desde el febrero de 1932 está vigente la ley de divorcio. En el año 1934, Sofía Mediano, su exesposa, ya divorciada por entonces, le interpone una demanda que el juzgado admite “cuanto ha lugar en derecho la demanda incidental de pobreza” de la demandada. En ese momento el juzgado ignora el actual domicilio y paradero de Landini.

¿Dónde estaría Landini? Pues en Argentina o en Italia, supongo. La Guerra Civil está ya muy próxima y la inestabilidad es palpable. Las empresas que tiene en marcha deben ir mejor por allí que por aquí y después de su ruptura sentimental nada le retiene. No se sabe cuando dejó España y si alguna vez volvió. Dos años antes del golpe de estado militar la justicia ya no le localiza. Ni tampoco después de la victoria fascista, en el año 1943, “a instancia del Procurador don José López Batanero, en representación de don Enrique Traumann Hamburg, para la efectividad de un préstamo con garantía hipotecaria que le fue hecho a don Romeo Landini Bernacchi, se saca a la venta en pública y primera subasta” el terreno donde pensaba construir su moderno chalet.

Sin embargo, su hijo Raniero debió permanecer en Madrid. En julio del año 1936 aún era un chico de casi doce años. Supongo que permanecerá con su madre durante la guerra pero sabemos que con veintiuno es recluta del reemplazo de 1945, y ya como soldado filiado, en 1947, se le abre expediente por falta de incorporación y se da orden de busca y captura. En el año 1948 se instruyen diligencias para su localización al Consulado de España en Roma por presumir que reside allí en ese momento, pero no se obtienen resultados. La siguiente noticia que tenemos de Raniero es ocho años posterior y ya en Argentina. Aparece mencionado en varios contratos, el primero del año 1956 en la que figura todavía soltero, constituye la empresa de construcción de Piletas de Natación Landini. Dos años después en otra sociedad inmobiliaria llamada Pisos Lan junto a su padre Romeo y su nueva mujer, Sonia Maissa de Landini, además de un cuarto socio. En 1961, ellos tres venden sus acciones de esta sociedad. Por este contrato se sabe que padre e hijo vivían por la zona de San Isidro, fuera del centro de Buenos Aires. Un barrio de hotelitos cerca del delta del Paraná, un lugar próspero, sin duda alguna. De cuatro años más tarde es otro contrato en el que Raniero ya está casado y tiene familia. La siguiente noticia es Piletas de Natación Landini, cuando aparecen nuevos socios y el figura como director. Supongo que la construcción de piscinas en las parcelas de casas unifamiliares que hay por la zona donde vive va viento en popa.

Con estas noticias sobre el hijo de Romeo Landini termino mis pesquisas. Sin embargo, no me resisto antes a contar una anécdota sobre Raniero que se menciona en un libro autobiográfico del gran dibujante italiano Mario Pratt, conocido por las aventuras del Corto Maltés, y que escribe en colaboración con Dominique Petitfaux. Se titula “Hugo Pratt. El deseo de ser inútil” (traducido y editado en Confluencias). Mario Pratt recuerda como en las monterías que hacía en Argentina, le acompañaba Raniero Landini, “un italiano que instalaba piscinas” al que le gustaba más la caza que fabricar piscinas. Según cuenta, estando una vez al pie de la cordillera de los Andes, se encontraron rodeados por una manada de jabalíes. Pratt, identificado con su valiente Corto Maltés, alardea de que fue capaz de matar a dos de ellos. Y añade que al buscar a sus acompañantes, “Landini, un paraguayo y un indio llamado Pluma Blanca”, se los encontró refugiados entre los árboles.”

¡Ah! Una última cosa. Todo los datos sobre Romeo y Raniero que he mencionado estoy casi seguro que pertenecen a la misma persona que abrió en Madrid la agencia Maga. Pero Romeos Landinis ha habido muchos y en ello he tenido que poner todo el empeño para no confundirlos. Por ejemplo, existió otro italiano que debió estar por España también en los treinta, un miliciano de la Brigadas Internacionales (en la 23 Brigada Garibaldi), florentino, miembro del PCI y más tarde el partisano conocido como Emilio.

Y también existió un “Capitano Romeo Landini”, comandante de la vigésima Sezione Aerostática y que luchó entre 1916 y 1917 contra los Austro-Húngaros y se lanzó desde su globo en paracaídas salvando milagrosamente su vida. ¿Sería este capitano Romeo Landini, nuestro personaje? En Internet se encuentran muchas cosas y es difícil no dejarse llevar por la emoción, pero me voy a permitir finalizar esta historia, a pesar de que no tenga ningún dato que me permita estar seguro de que no esté mezclando dos personas diferentes, con una bonita y entrañable historia contada por la nieta de un Romeo Landini. Está publicada en una web que recoge historias familiares sobre personas que eligen sus héroes preferidos. Lo firma Ginevra de Buenos Aires. Y la historia algo resumida y traducida es está:

Mi abuelo, Romeo Landini, nació en Italia antes de la Primera Guerra Mundial. Era un hombre de gran valentía y coraje. Mi padre me contó muchas historias fantásticas sobre él. También me dijo que era una persona muy buena, con fascinación por descubrir y hacer muchas cosas. Cambió de trabajo varias veces. En mi opinión, debía ser algo indeciso, pero creía que podría hacer un montón de cosas, tenía toda una vida para vivir. Era una persona muy optimista.

Después de vivir en Italia durante ocho años, se fue a Brasil, donde su padre tenía una compañía de periódicos. Al acabar la escuela estudió la carrera militar. Cuando terminó, lo llamaron para defender a Italia de Austria. Durante esa guerra, estando en un globo aerostático de vigilancia, vieron venir a los austriacos a los que atacaron, pero los austriacos dispararon al globo y tuvo que arrojarse en paracaídas. Fue uno de los primeros hombres que salvó su vida al saltar desde una altura elevada mediante un paracaídas. Al finalizar la guerra, le concedieron una medalla de plata por su valentía. Romeo continuó con su vida y se convirtió en Agregado Militar. Vino a Argentina y estableció negocios. Uno de los dos que tenía era de publicidad y el otro era el periódico de su padre. Viajó mucho por todo el mundo.

Mi padre también se sentía muy orgulloso de él, yo no podía creer lo valiente que había sido. Después de esto, se casó con mi abuela y tuvo un hijo, que es mi padre. ¡En total, tuvo cuatro esposas! Murió cuando tenía 84 años. ¡Creo que su vida no fue fácil, y su vida fue maravillosa gracias a su inteligencia, su valentía y sus contribuciones a la sociedad de manera positiva! Realmente disfruté investigando y escribiendo sobre él.

Yo también Ginevra, si alguna vez lee este post sabrá algo más de otro Romeo Landini… ¿Sería su abuelo?