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Muere Mac, uno de los últimos maestros del cartel ilustrado de cine

El lunes pasado pasado, mientras catalogábamos algunos de los cientos de carteles originales que conservamos de él en nuestro archivo, nos enterábamos de la muerte de Mac, que junto a Jano, Montalbán y el grupo MCP, ilustraron el cine español durante las últimas décadas en las que la fotografía aún no campaba a sus anchas.

Publica Carlos Geli en El País: "Aún hoy, la imagen de una película es su cartel. Y así están en el imaginario colectivo, un Charlton Heston abrazado a las tablas de la ley con el faraón Yul Brynner contemplándolo rabioso (Los 10 mandamientos); la mano ante el rostro de Anthony Perkins (Psicosis), el rostro tan bello como altivo por su cuello alzado de Greta Garbo (Ninotchka), los rostros juntos de Omar Sharif y Julie Christie, entre la caballería roja y un palacio invernal, para Doctor Zhivago... Todos ellos fueron realizados por uno de los mejores cartelistas de todos los tiempos que han ilustrado el séptimo arte, el catalán Macario Gómez Quibus, Mac como firma profesional, que ha fallecido a los 92 años este sábado.

Unos 4.000 carteles avalan una labor de renombre internacional, pero que fue inversamente proporcional a los beneficios y reconocimientos que tuvo Gómez en una vida que nunca le fue fácil. Hijo de humildísimos campesinos de Huesca emigrados, nació en Reus en 1926 y a los dos años se quedaba huérfano de padre y a merced de los vaivenes económicos que apenas mitigaron cuando su madre pudo colocarse como portera. La pasión por dibujar, a pesar de que la Guerra Civil truncó en un primer momento sus estudios de Bellas Artes, fue lo único estable en su vida, de lo que ya daba muestras con siete años, cuando en el recreo espiaba a los alumnos mayores durante las clases de dibujo y los repetía.

Llegado a Barcelona, trabajó para el Estudio Domínguez, dedicado a la decoración de fachadas de cine, labor que él compaginaba con anuncios a pluma para la prensa. Con una habilidad pasmosa para reproducir los rostros de las grandes estrellas, una imaginación inusual y rompiendo los tradicionales encuadres, la trayectoria le cambió cuando, estando ya en la empresa Esquema, realizó el cartel de Ivanhoe, con un imponente Robert Taylor, que acabó llamando la atención de los responsables europeos de la Metro Goldwyn Mayer, que se desplazaron desde París para conocerle. “Recuerdo que les dijo a mis jefes que debían pagarme más; esperé a final de mes y me subieron 100 pesetas; me pareció miserable y entonces decidí dejarles”, recordaba el propio dibujante. Era en 1955: nacía MAC.

Serían, desde entonces, 33 años de trabajo independiente, pero siempre bajo las mismas coordenadas: “Trabajaba con guasch y no al aceite porque se secaba en 10 minutos y eso me permitía entregar a tiempo, ya que los encargos solían ser siempre de un día para otro”. En un vertiginoso plazo así salió el de El verdugo, de Berlanga, con una reconocible caricatura de Pepe Isbert, cuya sombra negra cobijaba el título de la película en informales letras de colores, “que siempre eran lo que costaba más de hacer”.

A pesar de las premuras de tiempo, “yo tenía que ver las películas para hacerlo bien”, recordó hace apenas cuatro años, en el marco de una gran exposición-homenaje que organizó la Filmoteca de Cataluña. Si la producción era de alguna de las grandes (Paramount, Universal, Fox…) las visionaba “sentado en una butaca con un botón que yo apretaba cuando veía un fotograma que me interesaba y, no sé cómo, así quedaba marcado”; si no había ni ese tiempo o la producción era más modesta, le pasaban una sinopsis del guion y fotos en blanco y negro “y yo ya me hacia la composición y coloreaba”.

Así llegaría en 1956, para una reposición en España, el cartel de Los diez mandamientos; tanto le gustó a Heston, que quiso conocerle. Lo hizo tres años después, en 1959, aprovechando que estaba en España rodando El Cid, regalándole Mac entonces un retrato a partir de su imagen del cartel, que el actor colgó durante años en su despacho. Incansable, la producción de Gómez sería ingente y muy popular: corría por todo el mundo, pero eso no lo supo hasta mucho más tarde. “Yo entregaba los carteles, pero no me retornaban ninguno nunca; tampoco cobraba derechos de autor: se me pagaban una vez y basta; nunca supe que medio mundo los contemplaba”.

Michael Caine, trajeado y circunspecto, apuntando con un rifle desde arriba para Asesino implacable; la actitud protectora de Clark Gable con Marilyn Monroe para Vidas rebeldes o el vaquero de riguroso negro que, bajo el ardiente sol, pisa la muñeca de un muerto para arrebatarle el revólver en La muerte tenía un precio son algunos de sus más celebrados trabajos, si bien estaba especialmente satisfecho de los tres o cuatro James Bond que hizo, en particular del de Agente 007 contra el Doctor No, con tres bellos rostros femeninos enmarcando al gran Bond de Sean Connery, a cuya silueta se acomodaba el título, donde el doble cero acogía sendas calaveras. La lista podía haberse ampliado con el de La guerra de las galaxias, pero el encargo de esbozo que le pidió el propio George Lucas no llegó a tiempo para ser producido. Eso sí, le fue pagado…

Como no tenía los originales, Gómez repitió con los años algunos de sus carteles más queridos, ejercicio que en parte le ayudó, ya en los años 80, a adaptarlos para las carátulas de los vídeos. Con el tiempo, empezarían a llegar unos reconocimientos (en 2012, el festival de Sitges estrenó el cortometraje biográfico Un chico de portada, de David Muñoz; fue nombrado miembro de honor de la Academia del Cine Catalán en 2013; Creu de Sant Jordi de la Generalitat en 2014…) que hasta entonces solo había tenido de algunos actores, como Sara Montiel, si bien también rechazó alguna suculenta oferta para trasladarse a trabajar a Francia y EE UU: no quería abandonar su entorno familiar. Su último cartel fue para El placer de matar, de 1988.

“Nunca pensé en el dinero, por eso me explotaron tanto”, admitía hace poco quien entendía que “la pintura es una fotografía hecha a mano”. Lo demostró unas 4.000 veces."