Centro de Documentación Publicitaria

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Tres recuerdos con Marçal Moliné

REVISTA ANUNCIOS. 30 DE AGOSTO DE 2022

Creativo, estratega, docente, conferenciante… cofundador de la mítica MMLB junto a Eddy Borsten, Joaquín Lorente y Miguel Montfort; pieza clave en agencias como Clarín, Tandem DDB o Bassat Ogilvy; Académico de Honor y CdeC de Honor (este último galardón compartido con Lorente)… Marçal Moliné es un profesional imprescindible en la historia de la publicidad española. También en la de ‘Anuncios’, con la que ha colaborado en múltiples ocasiones y en proyectos concretos como el coleccionable La fuerza de la publicidad o Crear Creativos, centrado en el mundo de la docencia y los jóvenes talentos.

Aquejado de alzheimer, “un drama para una persona que precisamente se ha caracterizado por la brillantez de su cerebro”, reflexiona Sergio Rodríguez, fundador del Centro de Documentación Publicitaria, Moliné ha conocido antes que los lectores de ‘Anuncios’ el artículo que publicamos a continuación, escrito a rebufo de la última visita efectuada por Rodríguez a Marçal y Malole, su mujer, y que ha remitido a ‘Anuncios’ “para que lo puedan leer más amigos que quieren y admiran a Marçal”, dice su autor.

Primer recuerdo.

Habíamos quedado para comer juntos en Barcelona. Ya tocaba conocernos personalmente. El punto de encuentro, que pillaba cerca del restaurante, fue la puerta de la Casa Lonja de Mar, con una carga simbólica sin parangón pues allí, casi un siglo atrás, Pedro Prat Gaballí impartió la primera formación sobre publicidad en España. Aquellas lecciones se editaron en 1917, en lo que fue el primer libro sobre publicidad escrito en castellano en todo el mundo. Yo, para festejar el encuentro y el lugar, llevaba conmigo un ejemplar de aquella única edición.

Ya en la comodidad del restaurante y sin esperar a que nos sirvieran, saqué aquella joya y te la enseñé. La cogiste y antes de sumergirte en el inevitable hojeo de la misma, la abrazaste e, incluso, hiciste el ademán de besarla. Aquel gesto me descolocó y me conmovió. Nunca te lo he dicho. Tú, al que muchos admiramos por tanto y tan bueno que has hecho en la publicidad, también te descubrías ante los que te antecedieron, como  con Bernbach, del que no recuerdo que se te haya escapado en ninguna de las conversiones que hemos tenido a lo largo de los años. Aquel gesto Marçal, te hizo inmensamente gigante.

Segundo recuerdo.

Sucedió en 2009, en la primera edición de Día A que organizó el Club de Creativos en Palma de Mallorca. Tú impartiste una charla magistral sobre el funcionamiento del cerebro, la generación de ideas y las figuras retóricas.  Qué jodida paradoja, siempre te has interesado por los mecanismos de nuestra materia gris.

Recuerdo la cara de admiración de gran parte de los que allí se encontraban. Estaban escuchando al maestro. Y el aplauso del final. Aquel reconocimiento a tu trabajo, años más tarde se refrendó cuando el propio CdeC te concedió su máxima distinción, junto a Joaquín Lorente y vuestra MMLB, y que siempre me ha parecido un magnífico y justo regalo.

Tercer recuerdo.

Años más tarde, volvía a ser en Palma de Mallorca. Eras el protagonista inaugural de aquella serie de cenas que organicé durante años, para unas veinte personas, en las que un referente de la publicidad española venía a contarnos su historia.

Por la mañana viniste a sumergirte en el archivo del Centro de Documentación Publicitaria, que daba sus primeros pasos. Hubo una pieza, única en el mundo, que te llamó poderosamente la atención. Se trataba de una especie de álbum que contenía las cartas, las lecciones del profesor –Charles Austin Bates, ahí es nada- y los trabajos del alumno, de un curso de publicidad de 1903, americano claro, quizás el más antiguo de nuestra historia. Quisiste hacerle unas fotografías cenitales y te subiste a una escalera que encontramos por ahí. Con los ojos vidriosos de la emoción –lo recuerdo como si te estuviera viendo de nuevo ahora mismo-, aquello no acababa de funcionar y te empezabas a ofuscar. ¿Por qué no se hace la foto?, decías. Resulta que con la emoción, estabas encendiendo y apagando la cámara en lugar de hacer la fotografía. Igual de conmovedor que con el libro de Prat Gaballí. Y tú, para mí, más gigante aún.

Hoy.                                            

Seguramente Marçal, te habrás olvidado que hace apenas unos minutos hemos estado comiendo juntos. Por eso me agarro a la palabra escrita, esa que nace para evitar que la memoria nos la juegue. Y por eso rescato tres recuerdos tuyos, para que se queden anclados de alguna manera y que cuando los leas – o te los lea tu querida Malole-, ya no se te escapen de ninguna de las maneras.

Por Sergio Rodríguez
Centro de Documentación Publicitaria