Centro de Documentación Publicitaria

BLOG

Canut & Bardina. Diez años de historia viva en la publicidad valenciana. Capítulo 15


Por Enrique Fernández, ex Canut & Bardina.

Videorecord, una empresa creada por el holandés Jo Linten, que antes había puesto en marcha Movierecord y poseía, además, una parte de Estudios Moro, se hizo con la exclusiva de venta de los nuevos espacios televisivos. Ya tenía con Movierecord la exclusividad de la mayoría de las salas de los cines, por lo que el problema de la nueva empresa fue sencillamente de adaptación al medio. Se nombró un director gerente, Francisco Aparicio, y éste, a su vez, distribuyó el trabajo entre varios ejecutivos. A Canut & Bardina se le asignó Carlos Fradejas. Mientras, en las instalaciones de TVE en Prado del Rey, se creó un departamento con dedicación exclusiva a los temas de publicidad que estaba dirigido, es un decir, por un tal Hernando Calleja, y llevado, en su totalidad, por Manuel Carballo. El primero era un ex de la División Azul, al que le faltaba una pierna y al que, se supone que como compensación, se le había "regalado" ese puesto, en el que trabajaba lo menos posible y que delegaba todos los temas en el citado Manuel Carballo. ¿Qué cual era la misión de aquel departamento? Pues muy sencillo: la aprobación de los spots que habían sido previamente rodados.

Ahora bien, la cosa no era tan sencilla como parece. Me estoy refiriendo a la intervención de las oficinas de TVE, ya que la gestión ante ésta requería un tiempo que en ocasiones se demoraba en varios días. Había que "desmenuzar" frases y argumentar situaciones y todo ello en "historias" de quince segundos, que a lo más podrían llegar hasta los veinte. Las frases eran analizadas en profundidad porque podía darse el caso, decían, que algunas tuvieran un doble sentido, aunque a los encargados de visionarlas se les escapara, por ejemplo, la enorme carga erótica que Elena Balduque le daba a su "Veterano tiene eso, en el cual nada tuvimos que ver nosotros, pero que sirve perfectamente para calificar la ineficacia de los visionados.

Esto, con ser importante, no lo era tanto como las recuperaciones. Me explico: los espacios comprados en Videorecord eran teóricamente inamovibles. Sin embargo, TVE se reservaba el derecho a "levantar" éste o aquel programa y con él "levantar", también, los spots que iban incluidos dentro de los espacios publicitarios del mismo. No competía a Videorecord el remediar el desaguisado, sino que tenía que hacerlo TVE y, concretamente, Manolo Carballo. Lógicamente tenia que producirse la compensación y no siempre esta estaba en consonancia con la calidad del espacio sustituido... empezaba, entonces, la negociación. Habíamos programado, por ejemplo, dos spots en el horario de mediodía, uno en el Telediario y otro en Bonanza, serie de una familia, padre y tres hijos, cuya bondad en todo, tanto matando como queriendo, despertaba la admiración y el seguimiento de cuantos televidentes podían verlos, porque todavía TVE no llegaba a todos los rincones de España; bien, pues si TVE sustituía el espacio, programando un discurso de Franco, en cualquier acto propagandístico y los spots programados iban fuera o se mantenían con la consiguiente perdida de audiencia, había que iniciar la negociación, bien para sustituir los anuncios omitidos o bien para obtener compensaciones por la bajada de audiencia.

Había que tener en cuenta que los precios de los espacios televisivos variaban según los horarios en que se emitían y que no era lo mismo que la pérdida de quince segundos en un Telediario se compensara con la emisión en un horario de la mañana o de media tarde. Había que conseguir una paridad entre la pérdida y la compensación, pese a las dificultades que eso encerraba en la mayoría de las ocasiones; normalmente los horarios que se levantaban eran los más solicitados y en la mayoría de los casos tenían más que cubierto el cupo de segundos admitidos y no se admitían, entonces, desbordamientos como los actuales. Por otra parte tampoco se admitía que en una "tira" publicitaria se emitieran, muy juntos, dos anuncios que se hicieran competencia entre sí o que fueran de la misma marca, lo cual, lógicamente, dificultaba el acoplamiento de las omisiones. Y es que, como es natural, los perjudicados no podíamos admitir que se nos compensara, con un Telediario de un mes después y ya fuera del grueso de la campaña.

Ya dije que "de ser algo de Mariano, lo mejor era ser cliente". Y así se demostraba en este tira y afloja con Carballo y su departamento, pues había muy pocas agencias que desplazaran, casi continuamente, a un hombre de su organización para defender personalmente las recuperaciones de los segundos perdidos; a lo más lo solucionaban por teléfono o, incluso, por escrito. Este hecho era muy comentado tanto en TVE como en Videorecord, ya que en ambos organismos se extrañaban de que Mariano Canut me hubiera "sacado" de mi casa en el mismo Madrid, para luego tenerme en la capital más que en Valencia. Francisco Aparicio, de Videorecord, se lo comentó un día y Mariano le contestó, cito casi textualmente, "Yo a mi gente la quiero conmigo, sabiendo lo que hace en cada momento... No quiero "castrones" viviendo a su aire y trabajando a su conveniencia". Y aquí, una vez más, la eterna desconfianza de Mariano, ya que yo, una vez en Madrid, los mismo podía dedicar mis horas a dormir que a tocarme literalmente las narices. De hecho tuvimos con nosotros, mucho después de lo que estoy contando, un creativo que cuando me acompañaba a un rodaje, aunque también podía decir que cuando yo le acompañaba a un rodaje, se quedaba durmiendo hasta media mañana, en la seguridad de que yo estaría desde primera hora.

Negociaba programaciones con Videorecord, reajustaba las campañas con Carballo en TVE y asistía a los rodajes en Estudios Moro. Un trío que en algunos casos era póquer y que en avión o en coche me hizo viajar más "que el baúl de la Piquer". Y digo esto porque no conforme con todo lo expuesto, aún hubo una ocasión en la que tuve que desplazarme a Almería, ya que a su Ayuntamiento se le había ocurrido la idea de organizar, nada más y nada menos, que una carrera de motos, montando para ello un improvisado circuito valiéndose de la cantidad de kilómetros que poseía en campo abierto y sin urbanizar. Entre los patrocinadores que se buscaron estaba turrones El Almendro, que nunca supe cómo, pero que interesó a Mariano. El Almendro y algunos otros, que no recuerdo, aportaban una determinada cantidad y a cambio podían montar pancartas publicitarias del producto a lo largo del circuito. Me encargó Mariano que me las organizara como pudiera, pero que había que convertir la carrera en un Festival El Almendro; que si había que "untar" a los cámaras, que se hiciera. Me puse en contacto con Florentino Iznaola, que era cámara de TVE e hijo de un médico de Herencia, y que por tener mi misma edad, fue mi amigo mientras permanecí en el pueblo. Cuando me lo encontré en TVE ambos nos alegramos mucho y quedamos para futuros encuentros, que ninguno suponía iba a ser tan pronto. Le expuse el tema y Florentino me dijo que de "untar" nada, que todos eran jóvenes y bien pagados; que lo mejor que podía hacer era unirme a ellos en Almería y ya iríamos improvisando. Lo comenté a Mariano, me dio dinero y carta blanca para gastarlo y en coche me desplace a la ciudad andaluza; me instalé en el mismo hotel que el equipo televisivo, con ellos recorrí el circuito y con ellos elegimos el sitio de las cámaras y el mejor emplazamiento para que los carteles fueran captados perfectamente por las mismas. La retrasmisión resultó como quería Mariano, un Festival El Almendro y el costo fueron dos cenas con el grupo y una juerga flamenca con más ruido que nueces. Todos ellos eran jóvenes, más o menos de mi edad, y el coincidir en afinidades no fue nada difícil. En Monerris Planelles todo fueron parabienes y aunque Mariano no era muy dado a los reconocimientos, se vio obligado a transmitirme ciertos elogios, aunque anteponiendo toda su sarta de exabruptos, en la que no podía faltar el consabido "castrón".

TVE, Videorecord y Estudios Moro. Estos eran los tres lugares, aparte del Hotel Tirol en el que me alojaba, que más frecuentaba en mi continuas visitas a Madrid. Ya he dicho cuales eran los motivos de mis estancias en los dos primeros; voy a adentrarme ahora en el tercero de los lugares, que si bien lo he situado detrás de los otros dos, no es por su menor importancia, pues era en verdad el que más hora me ocupaba, cuando, como es lógico, había algo que "rodar" en él.

CONTINUARÁ...