Ramón Casas Carbó
4 de enero de 1866 - 9 de febrero de 1932
Ramón Casas Carbó fue un pintor catalán célebre por sus retratos, caricaturas y pinturas de la élite social, intelectual, económica y política de Barcelona, Madrid y París. También se hizo famoso por sus pinturas sobre revueltas. Fue diseñador gráfico y sus carteles y postales sirvieron para definir el movimiento artístico catalán conocido como modernismo. De hecho, fue uno de los precursores del cartelismo artístico en Cataluña. Sus realizaciones incorporaran una visión europea y moderna, en la que la figura femenina adquiere una singular importancia.
Casas nació en Barcelona a principios de enero de 1866, en el seno de una familia acomodada, gracias a la familia burguesa de su madre y por la fortuna que su padre, un indiano procedente de Torredembarra, había hecho en Matanzas, Cuba.
Asistió a un colegio de prestigio del pueblo (hoy barrio barcelonés) de San Gervasio: el Colegio Carreras. De él se dice que fue un pésimo estudiante, singularizándose en el dibujo, en el cual demostró desde la infancia su gran facilidad. Ese gran interés por el dibujo, vocación que propició la familia, y cuyo poder económico resultó clave, permitió que el joven acudiera a diversos talleres. A la edad de 11 años, en 1877, abandonó la escuela para estudiar arte ingresando en el taller de la Lonja de las Artes del pintor catalán Joan Vicens, donde demostró unas cualidades superiores. También se formaría en la academia de Carolus Duran, en París, gracias a su puesto como corresponsal de la revista ‘L'Avenç', para la que trabajaba (y había co-fundado), desde 1881, como dibujante e ilustrador.
Esta formación le llevaría a aprender las formas de la pintura española del Siglo de Oro, aunque artísticamente prescindiera de la tradición de las escuelas de bellas artes y de la llamada Escuela de Olot (dominante en aquella época) para mirar más allá de los horizontes fortunyianos e iniciar una via antiacadémica, indagadora de una nueva versión de la realidad, que respondiese al espíritu de cambio que vivía el mundo en aquellos momentos, sin dejarse llevar ni por el impresionismo, ni por los movimientos de vanguardia.
Cronológicamente, Casas pertenece a la generación de los modernistas Blay, Llimona, Utrillo, Rusiñol, Meifrén, Riquer, etc., pero nunca formó parte de este ‘ismo'... aunque sí compartiera el espíritu que movía la revista ‘L'Avenç', desde la cual se proclamaba la necesidad de incorporar el arte catalán al "carro de la modernidad civilizada". La suya fue una actitud más bien baudeleriana, en el sentido de rechazar la tradición artística del pasado para identificarse con su contemporaneidad, buscando una modernidad realista, sintética, dinámica, que fuera más allá del decorativismo simbolista del modernismo maduro.
Residió en París desde 1890 a 1894, donde perfeccionó su técnica y conoció a eternos compañeros de la vida como Santiago Rusiñol y Miguel Utrillo, con los que convivió, durante esa época, en el Moulin de la Galette, en Montmartre.
Fue precoz, ya que en 1881, con sólo 15 años, publicó su primer dibujo y dos años después participó en una exposición en el Salon des Champs Élysées de París, en la cual presentó su "Autorretrato vestido de flamenco". En esta ciudad, llevó una vida bohemia, pero acomodada y sibarita. En sus primeras obras plasmó interiores y exteriores parisinos empleando con soltura el toque y la concepción impresionista. Era una época en la que se popularizaba la obra de Toulouse-Lautrec, que sería uno de sus inspiradores en materia de cartelismo.
Entre 1883 y 1884, viajó a Granada, Madrid y Sevilla, realizando retratos y escenas taurinas. Residió unos meses en Granada y, en 1885, estuvo con el pintor Lobre en Madrid para estudiar y copiar directamente las obras de Velázquez en el Museo del Prado. En esos años gusta de pintar escenas taurinas, en las que representa la multitud del gentío en los tendidos y la soledad del diestro ante el toro.
A su regreso a Barcelona siguió cultivando esta tendencia inicial de su pintura, sobre todo en sus cuadros de interiores con figuras femeninas, pero se sintió atraído también por la pintura histórica, en particular por la plasmación de acontecimientos contemporáneos. Ello se concretó en cuadros de gran formato, con multitud de figuras y dotados, en algunos casos, de intensos efectos de dramatismo, como es el caso, por ejemplo, de ‘Garrote vil', una de sus obras más conocidas. Las procesiones, espectáculos taurinos y los bailes populares se contaron también entre sus temas preferidos.
Se instala definitivamente en Barcelona, aunque sigue viajando a París para participar en salones anuales. También pasará largas estancias en Madrid y Estados Unidos.
En la época de 1890 Ramón Casas presentará sus obras más características contenidas de color, de línea esfumada y de temática de interiores, como en su cuadro "Plen-air". Excelente retratista, define diferentes tipos de mujeres, como la gitana, la manola, entre otras, así como una serie de retratos al carbón de importantes intelectuales de la época: músicos como Albéniz o Granados, escritores como Unamuno o Azorín, pintores como Zuloaga o Sorolla. También expresa con sus pinceles el anonimato de interiores de cafés o de la vida en la calle, con toda la espontaneidad que emanan tanto el entorno como sus personajes. Su estilo acusa la influencia de Manet, Whistler o Degas por los colores suaves y los contornos difuminados que le harán evolucionar hasta un tipo de pintura más colorista y de marcado carácter realista donde Casas representa tipos como "Cabeza de un bandolero" u obras de comprometido contenido social como "La carga" (1902).
El reconocimiento de Casas se expandió internacionalmente. Las exposiciones se suceden con éxito en Madrid, la Exposición Universal de Chicago (1893), Berlín y la Exposición Universal de París (1900). La actividad de Casas no disminuye con el nuevo siglo pero su trabajo va quedándose relegado de las nuevas tendencias que invaden la pintura internacional. La nueva clientela que demanda su trabajo hace que un cierto conservadurismo amable domine su producción.
Para dinamizar el ambiente artístico de la Barcelona de la época, en 1897, Rusiñol, Utrillo y Casas ayudaron económicamente a Pere Romeu, un antiguo animador y camarero de la famosa taberna parisina ‘Le Chat Noir', a abrir la cervecería ‘Els Quatre Gats', donde se celebraron famosas tertulias y exposiciones de arte, incluyendo una de las primeras de Pablo Picasso. La pieza más destacada de su colección permanente fue un autorretrato de Casas en el que aparece pedaleando sobre un tándem junto a Romeu. Este local, que fuera de igual manera considerado taberna, como restaurante, hostal o cabaret, se convirtió en uno de los símbolos del movimiento modernista.
Al igual que ‘Le Chat noir', ‘Els Quatre Gats' mantuvo su propia revista literaria en la que Casas contribuyó de forma destacada como, por ejemplo, ilustrador de portadas. Dicha publicación tuvo una vida corta, pero fue seguida por la revista "Pel & Ploma", con profusión de dibujos de Casas y de sus amigos y textos agudísimos, como crítica, de Utrillo, aparecida en 1899, hasta 1903, continuándola con otra que titularon "Forma", que perduró hasta 1908. Ambas revistas, de una calidad y de una expresividad admirable para comprender toda una época y su peculiar sentir y comportarse, tanto en esa calidad artística de sus magníficas ilustraciones como de sus textos modélicos.
Como contertulio del café ‘Els Quatre Gats' tuvo la oportunidad de trabar amistad con el millonario americano William Deering, quien se convirtió en su mecenas y le encargó multitud de obras de arte.
Es precisamente para ‘Els Quatre Gats' que Ramón Casas crea sus primeros carteles publicitarios. Con ellos se anunciaban las diferentes actividades que el local presentaba a sus clientes. Así pues, en "Sombras-Quatre Gats" el artista desarrolla su primer intento de sintetizar el ambiente que se vivía en las sesiones de sombras chinescas. En el cartel presenta a los personajes que habitualmente conformaban las tertulias del local y una dama en primer plano.
También realizó Ramón Casas, en 1899, el cartel anunciador de la primera función de títeres en ‘Els Quatre Gats': "Puchinel.lis 4 Gats", en el cual la cara de un títere sugiere la caricatura de un personaje muy atractivo de la taberna: Pablo Ruiz Picasso. Un año antes, en 1898, había diseñado el cartel "4 Gats, Pere Romeu", donde predomina la figura de Pere Romeu tras la barra y una muchedumbre pasándoselo de miedo.
En Catalunya el cartelismo se introdujo de la mano de diferentes dibujantes, entre ellos Josep Pascó, decorador de la residencia de Ramón Casas en el Paseo de Gracia de Barcelona, Alexandre de Riquer, Lidom Navarro, Llaverias, Adrià Gual entre otros.
El 3 de diciembre de 1896 la Sala Parés celebró la primera exposición de carteles de artistas extranjeros, con obras de Tolouse-Lautrec, Chéret, Léfèvre, Hardy, Price o Robertson. La exposición tuvo mucho éxito y a partir de este momento los industriales y comerciantes catalanes dejan de tener recelos al respecto del uso del cartel.
1897 fue un año importante para el cartel catalán y, a partir de 1898, el cartel inunda ya las calles de Barcelona. Su número se ha multiplicado de manera prodigiosa, siendo ya ahora mayoritariamente dedicado al anuncio de productos comerciales. De esta nueva orientación del cartel fueron en gran parte responsables dos importantes concursos de carteles celebrados por la industria catalana.
A comienzos de año la prensa publica la convocatoria de un concurso para anunciar el ‘Anís del Mono', por iniciativa de su propietario: el industrial badalonense Vicente Bosch. Causó estupor el que un fabricante privado recurriera a un concurso público para dar publicidad a un producto. Se ofrecieron tres premios, de 1.000, 500 y 250 pts., recompensas que doblaban las ofrecidas por la convocatoria oficial del año anterior. El hecho abría al cartel unas perspectivas antes inimaginables, y lo colocaba en su decisivo camino dentro de una sociedad de consumo.
La reacción de los artistas fue unánime, recibiendo, y exponiéndose en la Sala Parés de Barcelona, 162 proyectos de carteles, en su mayoría ejecutados por artistas catalanes. El propietario actuó de único jurado, mostrando en el reparto de recompensas un sentido claro de lo que convenía a la publicidad:
1er Premio para Ramón Casas.
2º Premio para Alexandre de Riquer.
3er Premio para Roig i Valentí.
En vista de la alta calidad de los carteles presentados se concedieron otros accésits de 225 pts. cada uno. Fueron ganados por Ramón Casas, Lluís Labarta, Miquel Utrillo y Jaume Borras i Dachs.
Con el éxito obtenido en este concurso gracias a sus tres proyectos presentados, Ramón Casas se colocaba a la cabeza de nuestro cartelismo.
Según el crítico de arte Santos Torroella, el oríginal de Casas «se llevó el primer premio con aquella figura tan conocida, de la muchacha morena ataviada con floreado traje, mantón de manila amarillo y blanco, y conduciendo a un mono de una mano mientras sostiene en la otra una copita de anís en ademán de brindis y delectación; todo ello sobre un fondo azul en el que destacan las letras del producto anunciado». Y añade el ilustre tratadista: «Grande fue el éxito obtenido entonces por Casas, que si no se llevó todos los premios con los restantes carteles por él enviados, debió ser para que todo quedase en amigable distribución que contentase a los demás». Tal fue el éxito de Casas que, según afirma José María Jordá, biógrafo del pintor, los dos originales que don Vicente Bosch pasó a la imprenta fueron el premiado y otro del mismo Casas que llevaba el lema, tan castizo, de «Con una falda de percal planchá».
Los críticos más severos le reprocharon a Casas su recalcitrante casticismo y se objetaba que «aquellas chulas que en los carteles de Casas aparecían, mejor que para anunciar un anís fabricado en Badalona, hubieran servido para el vino de Jerez o la manzanilla, que es el vino de las juergas». El crítico Juan Cortés reprochaba a Casas su producción formularia y trivial, tan abundante, de manolas y chulas, «menos perdonable en hombres como Ramón Casas y su compañero Rusiñol que en otros lo fuera, ya que éstos podrían escudarse en sus necesidades económicas». Sea como fuere, los originales de Casas para el anís del industrial barcelonés han pasado a formar parte de la antología del cartelismo universal y figuran, destacados, en casi todos los tratados del género. Es un tanto curiosa la anotación que hace el inglés Street al estudiar estos carteles de Casas, en un artículo en 1899: «Ante todo es necesario saber que el mono goza en España de una general consideración, y si ustedes pretenden halagar a alguien y quedar bien con él, bastará que llamen mono a sus hijos, pues es el mejor cumplido que pueden hacerles».
Los dos carteles del anís, según refiere Santos Torroella, aparecieron en el catálogo de «La Plume» (París, agosto de 1899), con una cotización de quince francos, a la que llegan muy pocos de los reproducidos en dicho catálogo, en el que figuran obras maestras de Chéret, Steinlen, Toúlouse-Lautrec, Ibels, Bonnard, entre otros.
Vicente Bosch, propietario de la fábrica de ‘Anís del Mono', ha pasado a la historia por haber sido pionero en el uso del diseño para hacer publicidad y crear imagen de marca. En cuanto al mono (también presente en la denominación del anís y en el grafismo de la etiqueta), cabe decir que no es un mono cualquiera: su aspecto humanizado, y una cara con cierto parecido a Charles Darwin, ha creado toda una controversia sobre el posible darwinismo o antidarwinismo de Bosch. Hay quien asegura que la idea no estaba reflejada en el cartel de Ramón Casas (el mono de la etiqueta original no tenía facciones reconocibles) sino que fue añadida después por el grabador Salas, a la sazón suegro de Vicente Bosch... El aspecto del mono nunca se ha aclarado, pero sí el hecho de que el mono del anís (y con él, el ‘Anís del Mono') ha sido capaz de adaptarse al medio y, con más de 125 años de edad, ha conseguido sobrevivir a los otros animales que identificaban las marcas competidoras.
En cierto modo, Ramon Casas, conectó muy directamente con Toulouse-Lautrec, en especial con los carteles que éste realizó sobre distintas artistas que triunfaban en los teatros y cafés-cantantes parisinos del momento. Además consiguió que sus propuestas artísticas, reproducidas masivamente a través de la litografía, fueran accesibles para toda clase de público y, al mismo tiempo, animaran los muros de innumerables ciudades del país.
Tras este éxito inicial en el diseño del cartel publicitario, Ramón Casas realiza una serie de trabajos de gran relevancia.
En septiembre de 1898 se da a conocer la convocatoria del segundo concurso de carteles organizado por la industria privada: es el celebrado por don Manuel Raventós para anunciar su champagne ‘Codorníu'. El "Concurso y Exposición de Carteles" buscaba una publicidad elegante a la vez que eficaz.
Las recompensas sufren un nuevo incremento: cinco premios de 1.500, 500, 250, 200 y 100 pts., ampliándose posteriormente con otros tantos premios extraordinarios. El concurso se celebró en Madrid, eligiéndose ya esta vez un jurado calificado para dictaminar los veredictos. Se presentaron 173 proyectos. El primer premio fue para el valenciano Tubilla, decisión que fue muy discutida. Pero el auténtico ganador del concurso fue de nuevo Ramón Casas, quien presentaría carteles como "Ámbar y Espuma" y "Lola Plumet", con los que conseguiría el segundo premio, y un segundo premio extraordinario. Ambos carteles han sido modernamente reimpresos por la compañía.
En 1901 aparece dentro de la historia del cartel el concurso anunciador de los "Cigarrillos París" de Buenos Aires, celebrado en Octubre, pero dado a conocer en Febrero por su propietario, el industrial olotense Manuel Malagrida. Era un concurso a escala auténticamente internacional, propagado mundialmente a través de todos los consulados establecidos en Buenos Aires.
Enric Casellas, que actuó como secretario general, fue comisionado para visitar personalmente los diversos países europeos que disfrutaban de un cartelismo más activo, con el fin de entrar en relación directa con los mejores cartelistas, para hablarles de la convocatoria de dicho concurso, evidentemente el más importante de los celebrados hasta el momento.
Toda esta actividad nos confirma la importancia internacional concedida al cartel como medio de propaganda para la industria y de la consideración alcanzada por los cartelistas.
Los premios concedidos eran realmente elevados: ocho premios de 10.000, 5.000, 2.000, 1.000, 750 y 500 francos, y siete accésits de 250 francos. Se presentaron un total de 555 proyectos, procedentes de todos los países europeos y americanos, así como de algunos puntos de Asia. El fallo del concurso fue el siguiente:
1er Premio: Aleardo Villa (Italia).
2º Premio : Leopoldo Metlicovitz (Italia).
3er Premio: Ramon Casas (por su cartel "Cigarrillos París. Son los mejores").
Es curioso, en este sentido, el permanente empleo de la imagen femenina en el cartel de Casas. Hasta los reclamos taurinos que se deben a su mano tienen en primer término una bella mujer dominando la escena del ruedo.
Otros carteles publicitarios del artista catalán fueron:
1897: "Modas de Apolonia Castañeda"
1898: "Atelier Casas & Utrillo", "Transparentes y Objetos Artísticos" y "Fabricación de Silicatos M. Fuster"
1899: "Renaud Germain. Perfumería Fina y Jabones"
1900: "Sífilis" (para el Sanatorio de sifilíticos del Dr. Abreu), "Hispania, Literatura y Arte, Crónicas Quincenales", "Papier a cigarretes Job" y "Fabra-Barcelona. Los mejores hilos y algodones"
1901: "Auto-Garage Central. Consejo Ciento"
1902: "Antiquarum Artium Barcelonensis", "Hojas Selectas. Revista para todos" y "Enciclopedia Universal Ilustrada J. Espasa"
1904: "Agencia de Inquilanato"
1905: "Champagne Kola" y "Jabón Fluido Gorgot"
1908: "Jochs Florals de Barcelona. Festes del cinquantenari" y "Copa Catalunya Carrera Internacional de Voiturettes Barcelona Mayo 1908"
1910: "Vino Rioja Fino Rubí"
1916: "L'auca del Senyor Esteve" (obra teatral de Santiago Rusiñol presentada en el Teatro Victoria)
1929: "La tuberculosi amenaça la vida i riquesa de Catalunya" (precisamente él, en 1866, había superado dicha enfermedad)
1937: "Ajut Infantil de Reraguarda. Espera els vostres donatius"
Sin fechar: "Aperitivo Rossi" y "Decoración de habitaciones" (para el mobiliario de José Ribas)
A finales del siglo XIX se produce un importante movimiento de edición de colecciones de tarjetas postales, especialmente impresas para coleccionarlas. Casas fue el primer artista barcelonés que tuvo encargos de tarjetas postales comerciales. Las firmas más reputadas de dibujantes e ilustradores del momento aportarán su mejor arte. Nombres como Alexandre de Riquer o Utrillo acompañan a Casas en esta nueva disciplina artística.
La fórmula de Casas es la del arte sintético, la línea de dibujo a base de líneas expresivas y siempre jugando con el espacio vacío que envuelve el tema principal. Su producción comienza el año 1899 y se conservan más de un centenar de postales entre las cuales destacan los ejemplares para importantes firmas comerciales de la época. Algunas de esas postales sirvieron para que la compañía se comunicara con sus clientes y les deseara un feliz año nuevo. En este campo, Ramón Casas destacó realizando una serie de colecciones muy apreciadas en su tiempo y que todavía hoy son reclamo de coleccionistas nacionales y extranjeros.
En todas sus composiciones el elemento imprescindible es la presencia de la figura femenina. Casas elabora unas composiciones en las que las mujeres son presentadas en actitudes siempre elegantes, modernas y de una extrema belleza.
Como no podía ser de otra forma, Casas hizo coincidir la publicación de su revista "Pèl & Ploma" con la publicación de una serie de postales que seguramente son su primera incursión en el mundo de la postal. Varias de esas postales para "Pèl & Ploma" fueron elaboradas en colaboración con la empresa ‘Catalònia'. Eran, sobre todo, postales con retratos de artistas famosos dibujados por Casas, y en las que se dejaba un amplio espacio en blanco donde poder escribir.
También se realizarían postales para otros anunciantes como ‘Anís del Mono' (que incluían los carteles elaborados por Casas para la compañía del mono), la fábrica de productos químicos F. Badia Guía, ‘Vinos Sard', ‘Auto Garage Central', ‘Pneu Klein' (un centro de instalación y reparación de neumáticos), las máquinas de coser ‘Wertheim', la ‘Sociedad Cartófila Española' (SCHE), la ‘Imprenta Thomas', el papel de fumar ‘Job' (para la que, también, diseñó un calendario para la misma empresa), la revista ‘L'Avenç'...
Al igual que varios de sus colegas artistas, Ramón Casas era un apasionado del automovilismo. Encarnó de forma muy visible un caso frecuente entre los artistas del cambio del siglo XIX al XX: el de aquellos atrapados entre la tradición de la expresión plástica y la modernidad de un mundo que cambiaba demasiado deprisa a su alrededor. La comodidad económica del entorno del pintor le permitió acceder al capricho de moda entre la burguesía a principios del siglo XX, en este caso, el automóvil.
Pero Casas, sin llegar a desarrollar una estética que fracturase lo conocido, y sin salirse del amanerado, elegante y lánguido modernismo, comprendió que aquella máquina significaba algo más que un entretenimiento de gente de las ciudades, y que en ella se escondía un mundo nuevo que probablemente no podía ni imaginar. Y no es menos importante, que en esa visión de la máquina fascinante, el artista barcelonés incorporase a la mujer a sus mandos.
Ramón Casas fue uno de los fundadores del Reial Automòbil Club de Catalunya (RACC). Junto con su inseparable amigo Santiago Rusiñol, al que le unía una gran afición por los coches, y 5 personas más, crearon el RACC en 1903.
Además de participar en algunas carreras, Casas diseñó el primer escudo del club y varios carteles que anunciaban las múltiples carreras que el RACC organizaba. Uno de los carteles más llamativos fue el que creó en 1914 para la Copa Tibidabo. El cartel "Real Automóvil Club de Catalunya. Copa Tibidabo" refleja los aspectos más característicos del lenguaje gráfico de Ramón Casas, quien tiende a potenciar el uso de las tintas planas y la simplicidad de los contornos lineales por lo que respecta a la construcción de las formas figurativas. Este estilo sintético incrementa la función publicitaria de una imagen femenina que adopta un aspecto sofisticado y elegante, convirtiéndose en un icono moderno, muy representativo del nuevo paradigma estético-social de la época. Este cartel fue añadido recientemente (en noviembre de 2008) a la colección del Gabinete de Dibujos y Grabados del MNAC, el centro museístico que conserva la mayor colección pública de carteles en España y que cuenta con 19 carteles de Casas, entre los que se encuentran producciones tan emblemáticas como "Anís del Mono".
Permaneció en Barcelona y se sumergió en la monotonía de una vida confortable, que evitó cualquier innovación en su trayectoria artística. Retomó algunos temas que había cultivado en épocas anteriores, pero se dedicó fundamentalmente al retrato hasta el final de sus días.
En 1908 viajó a los Estados Unidos, país que recorrió de un extremo a otro, y en Nueva York y Washington pintó y dibujó bastantes retratos y cuadros de género. Volvería al país norteamericano en 1924, acompañado de Deering.
A partir de 1908, Julia Peraire se convertiría en su joven modelo y en su pareja , con la que años después se casaría. Será su musa y su fuente de inspiración.
En la década de 1910-1920 siguió realizando muchos retratos y expuso con Rusiñol y Clarasó, como harían frecuentemente hasta la muerte de éstos. En 1917 fue nombrado miembro de la Legión de Honor francesa.
En los últimos años de su vida Casas pintó composiciones inspiradas en San Benet de Bagés, donde la familia tenía fábrica de hilaturas y cuyo monasterio había comprado. También pintó paisajes de Tamarit, en los que demostró su exquisita sensibilidad para el color y la luz. Ramón Casas murió en Barcelona, en su casa de Sant Gervasi, el 29 de febrero de 1932.
En el momento de su muerte se había convertido más en una figura del pasado que del presente. Fue enterrado en el Cementerio de Montjuïc de Barcelona, a la edad de 65 años.
Claudia Ametlla cuenta que Ramon Casas se definía a si mismo de este modo: "Sé hacer una ensalada. En segundo lugar, conduzco bien un automóvil. Finalmente, hay quien dice que dibujo y pinto de una manera aceptable". Cuando enfermó, ya no pudo hacer ninguna de estas tres cosas. No le dolió abandonar el mundo, pese a tener solamente sesenta y cinco años. Dijo a los suyos: "No lloréis por mí. Tal vez haya vivido poco, pero he vivido muy bien... cómo nunca viviréis vosotros."
A pesar de ser un prodigio en el mundo del dibujo y la pintura, de él se diría que no llegaría al nivel de la excelencia que, por ejemplo, sí había alcanzado Monet (con el cual, en sus inicios, comparaban). La razón primordial, según estos, fue la pobre formación cultural de Ramón Casas.
Sin embargo, su finísima e intuitiva percepción le convertirán en el retratista más notable de su tiempo, y tal vez de todos los tiempos, en la plástica catalana; sus dibujos al carbón y su impresionante galería de personajes que realiza, desde sus propios autorretratos hasta los más afamados literatos, economistas, músicos, pintores, escultores o arquitectos, tanto los de su ambiente local como los que realiza en 1904 cuando se instala en Madrid para pintar el retrato de Alfonso XIII, Beruete, Baroja, Benlliure, Chapí, Valera, Maetzu, los hermanos Quintero, y así con esa precisión y por encima de su objetividad, con esa mano que, pese a su realidad o realismo, lo eleva más allá de su cotidianidad, a la propia categoría de su arte. El retratista solicita como modelo a cualquier enemigo personal suyo, mientras fuera un personaje notorio. Toda la generación de final de siglo pasó por el estudio de Casas. Da la impresión de que trabaja para legarle al futuro un inventario completo de los personajes de su época. Al parecer, Casas hacía posar al retratado durante dos sesiones y a continuación, ya en ausencia del modelo, realizaba numerosos retoques hasta que daba por finalizado el retrato.
Entre sus obras pictóricas, destacan tres obras que son reflejo de los sucesos de finales de siglo. Sus cuadros "Garrote vil", de 1894, en el Museo del Casón del Buen Retiro, de Madrid, cumplimiento de una sentencia contra el anarquista que tiró la bomba en el Liceo un año antes; "Salida de la procesión de Santa María del Mar", en el Museo de Arte Moderno de Barcelona, como si hiciera alusión al atentado conocido por "la bomba del carrer de Canvis Nous", atentado cometido en 1896, y "La carga", del Museo de Olot, que debe ser el reflejo de los sucesos de una huelga general de 1902.
El Real Círculo Artístico organizó una gran exposición de sus obras en 1930. Más tarde se sucederán las exposiciones retrospectivas, la más importante la celebrada en el Palacio de la Virreina en marzo de 1958, donde pudo apreciarse toda la trayectoria, desde sus inicios brillantes, su momento más feliz y su decadencia. Una trayectoria, sin embargo, que pocos artistas pueden presentar y que define a la perfección su tiempo y este tiempo intemporal de su expresión y de su productividad indiscutible.
Actualmente, en la calle Passeig de Gràcia, de Barcelona, concretamente en el número 96, se puede admirar una obra arquitectónica diseñada por el arquitecto Antoni Rovira i Rabassa. La planta baja de dicha construcción, de estilo modernista y construida en 1894, fue la residencia barcelonesa de Ramón Casas. Es uno de los puntos de interés señalados en la Ruta del Modernismo, debido a que fue donde creó varias de sus obras más relevantes, y cabe resaltar su fachada en piedra, las tribunas y los hermosos balcones.
Esta biografía ha sido elaborada por Alberto Serra para lahistoriadelapublicidad.com en exclusiva.